27 de enero de 2013

Censo de embalses en la Comunidad Valenciana: Forata (y otros)

Enfrascado en los preparativos del Día de los Humedales, caigo en la cuenta que queda por reflejar en este cuaderno de campo los datos obtenidos en el censo de embalses de la Comunidad Valenciana, organizado por la SVO, en el que participe junto a varios compañeros de la Asociación: Javier Armero, Marco Matilla y Julio Llorens.

El embalse de Forata y las balsas de El Pontón eran nuestros objetivos. Pero añadimos a ellos unos pequeños azudes en el río Magro a su paso por el término de Utiel, y próximos a la localidad, que Javier conoce bien y nos quería enseñar: "El Senillar".

Comenzó el día temprano, esperando que Javier me recogiese, y ya desde primera hora y aún sin luz comencé a hacer mis primeras anotaciones: trinos de mirlos y lavanderas blancas en la Avenida del Cid dentro de la propia ciudad de Valencia.

Animada charla por el camino sobre interesantes lugares de "pajareo" en la comarca de Utiel-Requena, que Javier conoce bien y a mi me interesa descubrir, y llegamos a Buñol donde nos espera Marco. Tras breve parada para tomar un reconfortante café, aunque no hace el frío intenso de días atrás, reanudamos camino hacia Forata donde nos reuniremos con Julio.
Este tramo del camino nos entristece puesto que atravesamos las calcinadas montañas de la comarca tras el pavoroso incendio del pasado verano mientras comentamos como habrán afectado a los nidos de diversas especies de rapaces, y otras aves,  cuyo emplazamiento conocemos.

Pero llegados al pantano, y equipados ya con prismáticos y telescopio, se nos olvidan pronto las penas al empezar a descubrir que michas aves siguen aquí. La pareja de cernícalos que Marco tiene controlada en la propia presa se hace notar a tan temprana hora con sus vuelos y agudos reclamos.
Allá abajo, en el aliviadero, algunas gallinetas, y entre los pinos quemados y algunos rodales que se salvaron de las llamas escuchamos pinzón vulgar, verdecillo, carbonero común y el repentino "relincho" del pito real.
Embalse de Fortata
Embalse de Forata y Sierra Martés
Pero es momento de centrarse ya en las acuáticas que invernan en el embalse y, desde el muro de la presa, podemos contar 8 somormujos, 14 ánades reales y, en un golpe de suerte, 2 andarríos grandes en la orilla norte. Valorando ya la posibilidad de cambiar de emplazamiento para dirigirnos a la cola, aparece un grupo de 17 cormoranes grandes que se dejan caer cerca de la presa. Parte de ellos permanecerán en la zona e incluso ganarán la orilla, pero parte de ellos continúan moviéndose en el agua en busca de peces o con cortos desplazamientos en vuelo. Datos de otros años, con números de 3 dígitos, hacen que esta cifra nos parezca realmente pobre.
Julio; Marco y Javier localizando aves en el embalse 
Marco, Javier y Julio haciendo recuento de los ejemplares de cormorán
Y ya abandonando la presa, aparece un gran bando de aviones roqueros (al menos 30) que, si bien son habituales ene esta  época en zonas costeras, se nos hacen algo extraños por aquí en estas fechas.

Desplazados a la cola del embalse descubrimos que el nivel de agua es bajo y que el bosquete de tarays que habitualmente sirve de refugio a fochas, zampullines, somormujos y anátidas, está completamente seco y por tanto no hay rastro de estas especies.

Sin embargo, el rato que pasamos oteando la zona desde los cerros que rodean esta parte del pantano, nos regala la observación de una pareja de gavilanes. El macho pasa ante nuestros ojos en un fugaz vuelo raso sobre los matorrales de la ladera donde nos apostamos, o mejor dicho, sobre sus esqueletos carbonizados. Mientras la hembra ciclea a mayor altura unos metros más abajo.
Junto a ellos observamos un bando de 9 palomas torcaces (y alguna más con posterioridad), bandos de fringílidos ( verdecillo, jilguero, ...), cogujadas montesinas, decenas de zorzales comunes (aunque es posible que algún charlo o alirrojo se cuele entre ellos) y algún carbonero común, mirlo, petirrojo, ...

Regresamos a la presa, y tras despedir a Julio, buscamos el camino que, atravesando los calcinados montes de Yátova, nos lleve a la carretera que, por Hortunas y La Portera nos conduzca hasta a El Pontón. Y mientras los GPS buscan su señal, súbitamente, aparece la silueta del Aguila-azor perdicera sobre uno de los cerros al norte de la presa. Constituye esta observación una alegría, pues parece confirmar que no han abandonado el territorio que regentan desde hace unos años a pesar del incendio ... aunque es algo que tendremos que comprobar.

Por el camino pocas sorpresas (urraca, zorzal charlo, perdiz roja, ...) y muchas anécdotas que compartir, hasta llegar a El Pontón, donde sus balsas nos deparan nuevas especies. 
Un mínimo de 12 zampullines comunes se refugia del viento bajo un solitario y reseco sauce. Solo una agachadiza común y un martín pescador comparten con ellos la laguna "pequeña", si exceptuamos un par de lúganos posados fugazmente en la valla.
En la "balsa grande" con un bajo nivel que deja una amplia playa, 5 avefrías, al menos 7 andarríos grande, 66 ánades reales y una pareja de cerceta común.

Andarríos grande
Avefría
  Y antes de volver a casa un corto desplazamiento nos acerca a Utiel y a "El Senillar". Aparcado el coche en las calles de la localidad remontamos el encauzado río Magro rodeado por huertos y cultivos de frutales pero que, en algunos tramos represados, conserva espacios de carrizal donde nos podríamos llevar alguna sorpresa.
En el cauce 2 nuevos andarríos grandes, al menos 4 Agachadizas comunes, y varias gallinetas.  Entre este y sus muros:  bisbita común, mosquitero común, colirrojo tizón y la primera sorpresa: bisbita alpino. Visitante asiduos de zonas húmedas en invierno me resulta curisoso observarlo sobre los muros de hormigón.
En los campos que flanquean el río: pardillo común, cogujada sp., gorrión común, pinzón vulgar, estornino.. y la segunda sorpresa: un pequeño bandito de, al menos, 5 escribanos palustres.

Contentos con las observaciones y animados por la compañía regresamos a Buñol para dejar a Marco imaginando proyectos para la comarca que quizá algún día tengamos tiempo de materializar.

Y continuo camino a Valencia con Javier, del que me despido ya en la ciudad, con la satisfacción de haber colaborado de nuevo en un proyecto de la SVO y haber gozado de unas horas en compañía de excelentes compañeros ornitólogos.

   



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