19 de junio de 2012

El petirrojo del parque

Mientras el plomizo cielo que cubre Valencia se rasga con las voces y siluetas de multitud de vencejos, busco al petirrojo* "estival" en el parque de Monteolivete.


Hoy no te veo amigo, ¿dónde te escondes? 


¡¡Ah, sí, por fin!!
Por lo visto has decidido jugar conmigo al escondite entre los setos. ;-)


Me miras "de reojo", con esos ojillos negros, mientras me das la espalda porque sabes que, visto de frente, tu colorido babero te delataría. 
Me acerco intentando, en vano, obtener una imagen con mi móvil. 
Veo que ahora quieres jugar "a pillar".
Lo siento, no puedo seguirte de seto en seto. Tengo trabajo. Te dejo. Pero contento porque ya sé que, una semana, más ... ¡sigues aquí!


Y al menos este ratito de juego tras tu regordeta silueta me ha animado en un día que comenzaba con la mente y el corazón tristes y grises como el cielo.
Algún día tendré que traer la cámara para inmortalizarte y presentarte a algunos amigos que siguen tus andanzas a través estas líneas que se deslizan en facebook!!.


*Sigo a este petirrojo que se ha quedado a pasar el verano en un jardín próximo al lugar donde trabajo en la ciudad de Valencia (barrio de Monteolivete) desde el mes de mayo. 
Siempre que puedo, al llegar a trabajar, me doy vuelta por el parque intentando comprobar si sigue allí, si realmente está solo o si está criando. 
Es un pequeño divertimento para mí intentar localizarlo posado sobre las ramas de los árboles, buscando comida en el suelo u oculto entre las ramas de lo setos bajos.
Le acompañan habitualmente gorriones, tórtolas turcas, mirlos y verdecillos y, de vez en cuando, algún carbonero, algún verderón o un jilguero despistado. Últimamente también he visto y oído algún papamoscas gris.
Otras veces la visita es vespertina, pero en estas ocasiones me cuesta más encontrarlo, porque el parque se llena de niños ruidosos jugando a la pelota y corrillos de mamás que me miran raro cuando me ven "rondando" por el parque. 


Encontrarlo se ha convertido en un juego, pero también en un pequeño estímulo para empezar el día con una sonrisa "pajarera" y un pequeño "sorbo" de naturaleza que me de energía para enfrentarme al día a día del ordenador, las paredes de una oficina y a la realidad del día a día entre los edificios de la ciudad.

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